El ocaso de las ciencias sociales
Es imposible negar el impacto que las tecnologías han hecho en la vida moderna. Con el apagón analógico y su transición a la era digital nuestra sociedad ha encontrado una nueva forma de vivir, “la cultura de la inmediatez”. Es importante hacer énfasis que estos logros han sido posible gracias a las ciencias exactas y debido al esfuerzo de grandes mentes de la ingeniería que han concebido ideas que han revolucionado por completo nuestra forma de existir, desde el control remoto inventado por Nikola Tesla hasta las últimas invenciones en los campos de la medicina y física cuántica.
Los países quieren avanzar tan pronto como puedan en invenciones tecnológicas. Vivimos una especie de guerra fría tecnológica en la cual los países desarrollados buscan llevar la batuta de patentes e invenciones en sus registros. No es de extrañar que en la mayoría de estos países se le esté dando menos atención a las ciencias sociales. Se tienen casos extremos como el que sucedió en Japón en el cual el Ministro de Educación Hakubun Shimomura ordenó que todas las universidades públicas deberían omitir las carreras relacionadas con ciencias sociales, humanidades y leyes. Afortunadamente, las universidades más importantes de ese país no aceptaron la reforma, pero sí la mayoría de éstas, las cuales han cedido ya que dependen del presupuesto del gobierno.
La mayoría de los países, incluso los que aún están en vía de desarrollo, están aportando más presupuesto a las áreas de ingeniería y carreras técnicas. El único inconveniente es que, durante esta transición, se demeritan las ciencias sociales. Este cambio aunque es único suele ser muy grave. Hay que tener en cuenta que las ciencias sociales al igual que el arte humanizan a los alumnos. No podemos negar que la ética derivada de estas mismas ciencias es un pilar fundamental para el desarrollo armónico de un pueblo. ¿Qué hay de la literatura? ¿Dónde acabarán los cuentos del Aleph de Jorge Luis Borges o la meticulosidad de Kafka? ¿En dónde habrá gente inspirada en el surrealismo de Salvador Dalí o en el cubismo de Picasso? ¿Dónde habrá grandes reformadores sociales como Malcom X o Mahatma Gandhi? ¿Dónde acabarán las grandes óperas de Richard Wagner o el blues moderno de Eric Clapton?
Las ciencias sociales son y serán siempre el pilar de todas las ciencias, que decir de la filosofía donde se deriva el amor al conocimiento y la sabiduría misma. Un punto en el que las ciencias sociales se unen con las ciencias exactas es que de la filosofía se derive el empirismo el cual es fundamental para las ciencias exactas, ya que del empirismo se toma en cuenta todo fenómeno observable y, basado en la experiencia, se pueden hacer estudios científicos cuantificables, los cuales son indispensables para muchas ciencias exactas.
Sería algo terrible imaginar a una sociedad mecanizada que viva bajo el régimen de un gobierno autoritario que solo le ponga atención a los números y producciones de sus habitantes, sería como vivir en la obra de Aldous Huxley Un mundo feliz, en el cual los seres humanos dejan de ser apreciados por su valor como personas y solo se les reconozca por sus producciones de fábrica. No se puede crear a una generación de seres probeta que solo usen cálculos y análisis fríos sin tener en cuenta aspectos éticos y morales. Las ciencias exactas y sociales no están separadas por completo, y como en todo buen ocaso, las ciencias sociales seguirán teniendo sus esplendorosos amaneceres.
Braulio Jesus Medina Loría, estudiante de octavo semestre de la Licenciatura en Enseñanza del Idioma Inglés, 24 años. Vive en Mérida, Yucatán. Traductor del libro “La médula de la sagrada teología” y traducciones independientes. Participó en el intercambio de Language Partners del Central College y Host family de la Mérida English Library. Pasión por la lectura, la filosofía y la música. Habla inglés y tiene nociones básicas de francés, alemán y maya.
