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¿Por qué me hacen esto?

Los que sufren del maltrato o acoso escolar se hacen esta pregunta una y otra vez. Cabe recalcar que, según cifras de la unam y el Politécnico, entre un 60 y 70% de los alumnos de educación básica en México sufren de esta situación. Esto hace ruido, ya que, entonces, si 7 de cada 10 alumnos son víctimas, ¿los otros 3 son los agresores o cómplices?, ¿el bullying es solamente un problema escolar o es sólo un contexto en la que esta situación se presenta?


El concepto de bullying fue introducido, inicialmente, por el psiquiatra Dan Olweus, derivándolo del término mobbing del psicólogo Konrad Lorenz, aludiendo al ataque “de miembros de una especie contra otro miembro de la comunidad o para echar a un intruso, observando en las conductas naturales de los animales, como por ejemplo, lobos versus ovejas”.


Desde la perspectiva de Olweus, los episodios de violencia escolar pueden ser categorizados como bullying cuando cumplen cuatro requisitos (Kaplan, 2006): el primero es la existencia de un destinatario atacado por un agresor o grupo; el segundo, debe observarse una desigualdad de poder entre quienes protagonizan y quienes son destinatarios de estos episodios, es decir, se trata de una interacción desigual; el tercero, la repetición sostenida en el tiempo de las conductas de intimidación, aislamiento, tiranización, amenazas o insultos, esa repetición produce un sufrimiento psíquico a mediano y largo plazo y consecuencias en la autoestima (Olweus, 1998); por último, se individualiza la violencia directa. El blanco de los ataques es, en su mayor medida, sujetos concretos. Aun cuando se victimiza a un grupo, en todos los casos, el concepto de acoso escolar sólo se aplica a sujetos concretos. A su vez, la perspectiva del bullying distingue cuatro modos, en los cuales se ejerce la violencia (Kaplan, 2006): física, verbal, psicológica y social. Esta situación no acabará si no existe educación emocional en las aulas, ya que existe una lucha de poder entre el que es dominado y el que quiere obtener la dominación, o al menos va más allá de querer hacer daño. Es una raíz profunda que se sobrepone a la empatía. Si los docentes no se sensibilizan ante esta situación y actúan, si no tienen el interés de documentarse, no se podrá obtener resultados esperados, ya que con una plática no es suficiente, con castigar a los agresores no se da una solución, sólo se agrava. Es necesario conocer a los alumnos para saber qué es lo que sienten y por qué hacen eso.


El problema no es exactamente el bullying, sino mentes y corazones siendo callados por adultos que no tienen tiempo para escuchar ni estar con ellos. ¿Qué cabida en la sociedad tiene una escuela que no es un ambiente seguro para el aprendizaje de sus alumnos?


Saúl Dzib Uc

Licenciatura en Educación

Facultad de Educación

Universidad Autónoma de Yucatán


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