top of page
Posts Destacados 

¿Qué entendemos por el tiempo?


“Lo pasado ha huido,

lo que esperas está ausente,

pero el presente es tuyo.”

Proverbio árabe.

Estamos seguros de que toda dinámica usada en la Tierra está, sin pensarlo, fusionada, abismalmente, con el transcurso de pequeños instantes, que conocemos como tiempo. Una carente definición del tiempo sería el ensamble del pasado, presente y futuro, uniendo así tales tiempos en donde suceden acontecimientos de la vida del hombre, donde se desarrollan millones de entidades, donde se plasman innumerables realidades, etc.


La mayoría de las personas, comúnmente, saben que el tiempo físicamente no existe, y, probablemente., jamás lo hará. Ganar el tiempo, perderlo o, inclusive, decir que podemos ahorrarlo, son simples vocablos que usamos sin meditarlos detenidamente, ya que ni siquiera podemos atesorarlo. Es curioso saber cómo es que algo tan simple, peculiar y sublime, mantiene el orden y la estructura de la vida de los hombres, cuando no es posible erigirlo de forma concreta. Ciertamente, el tiempo se utiliza de manera genérica para nombrar a una dimensión o una trascendencia física, que se dispone para realizar la medición de lo que dura algo que es susceptible a un cambio. Pues bien, ahora que sabemos algunos conceptos del tiempo, intentaré interponer algunas ideas que ciertos autores tenían del tiempo y trataré de hacer una leve comparación.


Entraremos con una de las primeras concepciones del tiempo desde la antigüedad. Para Platón, el mundo sensible se caracteriza por el cambio y la transformación, es decir, por el transcurrir del tiempo. Todas las cosas en esa realidad son una vaga imitación de las ideas; del mundo inteligible podríamos deducir que lo que percibimos como tiempo en el mundo sensorial no es más que algo inexacto de la verdadera idea de tiempo. En el mundo sensible, el tiempo estaría sometido al cambio, mientras que, en el mundo inteligible, el tiempo no deja de ser lo que es, y permanece estático, eterno, aunque sea el símbolo del cambio. Dicho esto, sabemos ya que Platón se enfrenta a un gran problema: ¿en cuál de las realidades podemos ubicar al tiempo? Sin embargo, Platón no se dejó abrumar por las aparentes contradicciones y concibió que: «el tiempo es una imagen móvil de la eternidad.» Declara, pues, que la transformación o el movimiento son una prueba convincente de que estamos contemplando al tiempo, como un tiempo cíclico. Entonces, podemos declarar que el tiempo no es una idea, sino la imagen de una idea, y esta idea es la eternidad.


Pasaré ahora a una concepción del tiempo un tanto más metódica y delimitada. Consultando a Newton, padre de la física y un perfecto enganche referente al tiempo, y a Leibniz, maestro que enfrentó algunos aspectos como el espacio y el tiempo, conjeturaré lo más breve posible para desarrollar una conclusión tolerante. Ocasionalmente, en algunas afirmaciones, existen datos como “tanto Aristóteles como Newton concebían que el tiempo era algo absoluto; ya que compartían la misma concepción de éste”; y esto, por lo visto, era algo errado. Aunque estos dos personajes estuvieran de acuerdo con la naturaleza semejante del tiempo, era completamente evidente que diferían en una manga de aspectos. Newton decía que el tiempo es algo puramente objetivo y físico, y que fluía sin relación con nada externo. Sería, por lo tanto, un contenedor que fluiría independientemente de si hay cambio o no lo hay, o si hay sujeto o no. Afirmamos, pues, que el tiempo no es la medida del cambio ni de ninguna otra cosa, aunque utilicemos algún movimiento –el del reloj, el del planeta, el de las estrellas, etc.– que nos da una noción relativa del tiempo, y, sin embargo, la empleamos en vano para intentar aprehender lo que en verdad es el tiempo, el tiempo absoluto. De tal modo, se encarga de diferenciar el tiempo absoluto y el relativo en su obra “Principios Matemáticos de la Filosofía Natural” y persiste en que:


el tiempo absoluto, verdadero y matemático, en sí y por su propia naturaleza sin relación a nada externo fluye uniformemente, y se dice con otro nombre: duración. El tiempo relativo, aparente y vulgar es una medida sensible y exterior, precisa o imprecisa, de la duración mediante el movimiento, usada por el vulgo en lugar del verdadero tiempo; hora, día, mes y año, etc. [...] Posiblemente no exista un movimiento uniforme con el que podamos medir exactamente el tiempo. Todos los movimientos pueden ser acelerados o retardados, pero el flujo del tiempo absoluto no puede ser alterado.


Momentáneamente, tenemos claro, de parte de la perspectiva física, que no se puede medir ni hacer cualquier tipo de intervención con el tiempo, pero aún no hemos revisado la parte filosófica y teórica del tiempo. Newton era un contemporáneo de Leibniz. Para Leibniz, el tiempo era algo puramente relativo, ideal, relacionado y local, es decir, que el tiempo es local en cada acontecimiento. Este no es independiente de las cosas materiales, sino todo lo contrario: sin materia no hay sucesos, y sin sucesos, no hay tiempo. Existen argumentos que utilizó para desunir la tesis de Newton, y fueron tres principios fundamentales que a continuación transcribiré brevemente:


  • Principio de razón suficiente: ningún hecho puede ser verdadero o existente sin que haya una razón suficiente para que así sea, y no de otro modo. Es decir, que todas las acciones, todos los acontecimientos que existen y existieron tienen una razón por la cual son; si no la tuvieran, no podrían existir.

  • Principio de perfección: Dios eligió la mejor de todas las infinitas posibilidades alternativas con las que contó para crear nuestro mundo. Es decir, de todos los mundos posibles, el nuestro es el mejor.

  • Principio de identidad de los indiscernibles o Ley de Leibniz: no existen dos cosas que puedan ser exactamente iguales, que puedan ser indiscernibles, ya que, aun teniendo las mismas características, no dejan de ser dos cosas.


Por otro lado, si el tiempo se extendiese desde lo finito hasta el infinito, Leibniz se pregunta: ¿contó Dios con una razón para crear el Universo en el momento y en el lugar en que lo hizo y no en cualquier otro? Si el tiempo es totalmente homogéneo, no hay nada que indique que un momento ni un espacio sea especial. Leibniz, siguiendo la descripción de Newton, dice que Dios no pudo contar con ningún motivo para elegir algún momento ni lugar en donde hacer su creación, lo cual, según él, es inaceptable. Newton argumentaría que la voluntad de Dios ya era razón suficiente, y que no tendría sentido el cuestionamiento. Sin embargo, sabemos que, para Leibniz, no sería aceptable, de ninguna manera, que una voluntad fuera catalogada como una razón. Recordamos el Principio de razón suficiente: “todos los acontecimientos deben tener una razón suficiente para que así sean, y no de otro modo”; en consecuencia, rechazaba esta voluntad divina y los razonamientos planteados por el físico. De este modo, las reflexiones de Leibniz indican que el tiempo no puede ser absoluto. Podemos concluir que el tiempo es relacional, pues se relaciona totalmente con la materia y depende de ella: si ésta no existiese, por ende, no tendría sentido hablar de tiempo. El tiempo queda definido como una abstracción mental, como algo ideal, aunque sean reales las relaciones que producen esa construcción mental.


Hemos terminado los planteamientos del tiempo por estos magníficos autores que consideré especiales por hablar del tiempo desde su propia residencia. Destacándose del lado elemental, Platón nos muestra que el tiempo se puede concentrar con la infinitud, pues es el reflejo de una idea, y esta idea la contemplamos como la eternidad. Por otra parte, conocemos que el tiempo puede encasillarse como relativo, absoluto, ideal, y particular. Creo que podemos definir el tiempo como se pueda hacerlo de acuerdo a nuestros conocimientos, pero también de acuerdo a nuestras labores empíricas, aunque, ciertamente, no disminuyendo las ideas de algunos personajes, no hay en concreto una verdadera respuesta al tiempo. Es aquí entonces, donde yo me pregunto si la cuestión del tiempo tiene que otorgar una respuesta concreta que maneje todos los aspectos posibles para que sepamos en qué consiste, si existe, si puede cambiarse o si de tal forma es real o no, o concebir todavía más preguntas sobre éste para hender todo lo que pueda estar a su alcance y discernir hasta terminar en algo que los hombres podamos sustentar y aceptar.


El tiempo que se utilizó, por ejemplo, para hacer este sencillo trabajo, me ha cedido a pensar mucho más esta cuestión, pues tanto el tiempo como los abundantes conceptos que nos hacemos por saber lo que son, pienso que, en realidad, son algo sencillamente que nos mantiene ocupados, justamente cuando nuestra maravilla llamada vida se agota, ahogándonos en la realidad, y esta realidad, por desgracia, son las manecillas del reloj.




Margarita Isabel Ordóñez Giles. Tiene 21 años y vive en Tlaxcala. Estudia el 8° semestre de la licenciatura en Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UATx. Ha participado en las Jornadas Filosóficas “Ricardo Avilez Espejel” de la misma como ponente, ha asistido al VII Congreso Nacional de Filosofía Latinoamérica Hoy realizado en Querétaro en 2016 y al Coloquio de la “Universidad como Promotora de la No Discriminación” en primavera 2017. Estudió alemán por dos años en CELE de la UATx. Actualmente se encuentra realizando la tesis de licenciatura sobre la ironía romántica en Friedrich Schlegel.



Posts Recientes 
Encuéntrame en:
  • Facebook Long Shadow
  • Twitter Long Shadow
  • YouTube Long Shadow
  • Instagram Long Shadow
Other Favotite PR Blogs

Enlace externo. Edita aquí.

Enlace externo. Edita aquí.

Enlace externo. Edita aquí.

Enlace externo. Edita aquí.

Búsqueda por Tags
No hay etiquetas aún.
bottom of page