Ruinas y simulacros
Mi suelo tembló cuando me di cuenta de que un hijo de puta había destrozado por completo mi hogar. Mi corazón quedo bajo las ruinas del edificio que habíamos construidos, baños de sangre, las extremidades esparcidas por el concreto, y los sesos regados cuál si fuera vomito de las noches de borracheras que quedaban a veces en el auto, otras en las escaleras y algunas otras con suerte en el baño.
Hubo algunos simulacros de sismo días antes, temblores apenas perceptibles, réplicas. Un día desperté 6 am., le gané a la alarma sísmica, cuando se derrumbó todo, algo dentro de mi pecho trono, se pronosticaba lo peor. Me levanté aún incrédulo, por todos lados corría sangre, caían casas, edificios, escombros por todos lados. Aun así me puse mi camisa favorita, ajusté mi corbata y salí.
No daba cuenta del daño que se había causado dentro de mí, algo tan grande se había derrumbado, esa edificación, muros grandes, y fuertes se convirtieron en pedazos en un abrir y cerrar de ojos. Jamás creí que eso llegara a pasar.
Mi corazón quedó en ruinas, sin embargo siguió latiendo, porque un corazón en ruinas es la muestra gloriosa de que la vida ha valido
la pena.