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Anécdota de una gigante invisible


En Tlaxcala, existe algo gigante e invisible al mismo tiempo, para los ojos de la mayoría de habitantes. Se ha hecho tan cotidiano saber que está ahí, o que la mayoría diariamente puede contemplarla. Y sigue estando ahí, ignorada, como si solamente fuera un fondo estático. Pero no es así: esa gigante invisible está viva. Esta es mi historia de cómo es que conquisté a esta hermosa gigante: La Malintzi.

Todo comenzó a inicios del mes de octubre de 2016. Unos días antes, el clima en el estado fue muy tormentoso y frío. Alrededor del estado, se presenciaron vientos fuertes, una lluvia constante y un frío intenso. Dicho clima se prolongó por alrededor de tres días. Finalmente, el mal tiempo pasó, el cielo se aclaró y el sol volvió a surgir de entre las nubes, revelando algo increíble: la Malintzi se encontraba con nieve hasta la mitad pues calló aguanieve y nieve en ella. Viendo este acontecimiento único en su tipo, sabía que no podía perdérmelo, así que contacté a un amigo que tenía conocimientos en montañismo y se fijó la meta: subiríamos a la cumbre.

El día había llegado. El ascenso comenzó a las 9:30 de la mañana. Salimos del albergue y comenzamos nuestra caminata. Llevábamos sólo lo esencial: agua, comida, ropa abrigadora y nuestro deseo de lograrlo. Subíamos y lo único que podíamos contemplar eran árboles y personas. Nos comenzábamos a desmotivar, pero pudimos ver, después de un árbol, lo que parecía ser nieve. Todos se emocionaban al verla y eso nos dio más ánimo a seguir.

La subida continuaba. Mientras más ascendíamos, cada vez había más nieve y cada vez tenía mayor profundidad. Al mismo tiempo, el cansancio y la fatiga se hacían más presentes. La línea de árboles terminó y comenzó la parte más complicada: todo era nieve y rocas. A cada paso que se daba, la nieve hacía regresar un poco, por lo cual era muy complicado avanzar. La sensación en los pies se había ido. La nieve tenía 30 cm de profundidad. La dificultad era casi irreal. Mucha gente se rindió en esta parte, pero no habíamos llegado tan lejos para rendirnos. Descansamos en una ladera y seguimos adelante. La cima estaba a solo unos 200 metros. En esta parte, se tenían que ser cuidadoso, la caída era muy larga. Estábamos tan cerca, mi corazón latía fuerte. Este tramo fue muy intenso. El frío en las extremidades dolía cada vez más, hasta que, finalmente, a las 3:40 de ese día, llegamos a la cima.

Es una sensación indescriptible el llegar a la cima. Se siente uno tan libre. En ese momento, tanto esfuerzo, tanto dolor y tanto esfuerzo habían valido la pena. La vista desde la cumbre es fascinante. Se pueden ver cosas asombrosas. Puedes observar la mayor parte de Tlaxcala desde un solo lugar, aunque es imposible distinguir los lugares donde vivimos la mayoría de nosotros. La Malintzi es un regalo y un tesoro del que los tlaxcaltecas debemos estar orgullosos y el cual debemos de proteger pues esta gigante invisible tiene un espíritu verdadero, que comparte con todo aquél que se interese

en ella.

Autor: Syamasundar-Das Delgado Atonal.

Licenciatura: Enseñanza de Lenguas.

Universidad autónoma de Tlaxcala

Email: arturiansaberlily@gmail.com

Foto: Angel I Ramírez


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