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Homofobia Disfrazada

No fue algo que tuviera planeado, pero ahí estuve.

Fotografía : Abjit Mérida

El sábado pasado asistí a un taller de creatividad narrativa, salí entusiasmada con deseos de escribir esa novela a la que le tengo tantas ganas como miedo de comenzar, iba rumbo a mi paradero a tomar un camión a casa después de un día ocupado cuando vi a muchísimas personas, más de lo normal en el atiborrado centro de la ciudad, todos vestidos de blanco como bandera de paz y libertad, hasta pena me dio llevar ese color aquel día.

No sé cómo, pero de un momento a otro me vi inmersa dentro del meollo de la marcha, donde predominaban adultos mayores, familias, jóvenes, niños, religiosos, y gente que como yo no sabía que hacia ahí. Iban caminando hacia la plaza grande con consignas como: “Estoy a favor de la familia” o “Sí a la biología y no a la ideología”.

Mientras estuve ahí caminé un poco, frustrada por todo lo que veía, el retroceso de años de luchas por los derechos humanos culminaban en eso, personas que ni sabían realmente por qué estaban ahí, pero estaban y se manifestaban para limitar los derechos de otras personas, quería gritar, decirles que estaban mal, mandarlos a leer y hasta insultarlos, me tranquilice, fume un cigarrillo mientras pensaba qué hacer, quería correr a mi casa y huir de toda esa barbarie, de esa intolerancia y de tanta estupidez, pero no lo hice, algo en mí me dijo, -Quédate Margarita, quieren ser escuchados, escúchalos, averigua por qué realmente cada uno está ahí y por qué se creen superiores para discriminar a otros.

Empecé a escoger personas al azar y mi sorpresa fue mayúscula al escucharlas, les comparto algunos de los comentarios que escuché, de los que indagué y de los que estoy fúrica, a excepción de dos que se encuentran casi al final de la lectura, dos excepciones que valen la pena escribir.

Tila de 39 años fue la primera persona a la que me le acerque, con poco de miedo porque era la primera vez que cuestionaba cosas que siempre quise cuestionar. Solo me dijo que estaba a favor del plan original de Dios y al momento de preguntarle qué es para ella la familia me dejó hablando sola y se fue.

Carlos un policía de 41 años que estaba trabajando al momento de la marcha, después de mucho insistirle sobre su opinión me dijo que estaba a favor del plan original de Dios y que es correcto que las familias salgan y marchen por preservar los valores, después le pregunte qué opinaba de las marchas por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y me dijo literalmente: “No todos los que creen tener la razón la tienen, unos solo quieren alborotar el orden social”.

Posteriormente me acerqué a una señora mayor vestida de huipil con los años marcados en el rostro, al pedirle permiso para hacerle preguntas sobre la marcha descubrí que hablaba maya y me fue imposible comunicarme con ella, a su lado estaba su nieto Randy de 10 años, un niño muy carismático por cierto, él con la inocencia que se le veía en los ojos me contó que su templo presbiteriano los había llevado, a ellos y a otros tantos, así mismo me contó que no estaba a favor de la unión entre homosexuales, ya que no es natural, le desagrada verlos en la calle y sobre todo dándose muestras de afecto, al final me dijo que si se llegaran a poder casar personas del mismo sexo, Dios se pondría muy triste.

Justo en el pasillo donde está la Heladería Colón estaba doña Elva, ama de casa, de 68 años, sentada tomando una nieve, al acercarme me contó que estaba en la marcha por sus nietos y biznietos para garantizarles los valores que ella tuvo en su tiempo, que el fin de la familia es meramente la procreación.

Jaqueline, una repostera de 33 años me externó que estaba a favor de los matrimonios igualitarios pero totalmente en contra de que adopten, de que van pervertir a los niños y van a ver esas conductas como normales.

Me acerque a una familia, José de profesión abogado y con 40 años, junto a su esposa e hijo pequeño, el señor me dijo que no se puede cambiar un ordenamiento legal por moda, que el fin de la familia es preservar el orden social y no la unión de dos personas por amor.

Intenté subir al palacio municipal a tomar algunas fotografías y ver la marcha desde otro ángulo, los policías no me dejaron pasar, aproveché el momento para preguntarles su opinión sobre la marcha, uno tomo la batuta y textualmente me dijo: “Pues mire, nosotros no tenemos opinión al respecto, solo hacemos nuestro trabajo y ya, pero me da gusto ver a tantas familias el día de hoy y no a los revoltosos sin oficio ni beneficio que vienen a marchar siempre por tonterías”.

Saliendo del palacio me topé con una familia de argentinos, el patriarca de ella, Mariano de 63 años me contó que está en contra de la limitación de derechos, que cada quien debería vivir su sexualidad como le plazca, también me contó que en Argentina se permiten estas uniones desde 2010 y no ha ocurrido ningún cataclismo.

Ya en la plaza grande, en el centro de la manifestación, me acerqué a Antonio, un joven estudiante de contabilidad de 19 años, que me recitó versículos de la Biblia y me dijo: “Ser homosexual es desobedecer a Dios, y si se permiten este tipo de cosas él nos va a castigar”.

Mientras caminaba buscando a quién más preguntar, un grupo de niñas como de 16 años se me acercaron y me pidieron que les tomara una fotografía, mientras se las tomaba les pregunté, ¿Para qué la foto? Y me contaron que era como evidencia, ya que su maestro de anatomía de la escuela Avelino Montes Linaje les iba a dar puntos extras si venían a la manifestación, con mucha sorpresa les pregunté qué opinaban y me contaron que en este tipo de manifestaciones sienten que pueden ser escuchadas y que era la primera a la que asistían.

Una contadora como de 30 años me externó su preocupación por la perversión que se puede dar, que los niños no deben recibir educación sexual de este tipo en sus escuelas y que es antinatural que si naces “con aquellito” te quieras cambiar de sexo.

Terminada la manifestación un grupo de organizadores estaban recaudando firmas, y las personas hacían fila para llenar esas hojas con sus datos, mientras un señor, Don Esteban de 53 años y de profesión carpintero estaba firmando, me acerqué a él y éste me contó que todo esto de los matrimonios igualitarios y lo que conlleva lo hace Peña porque es gay y él solo busca su beneficio, que eso lo leyó en Facebook y que siente que es verdad.

Apunto de irme, llena de decepción y un dolor de cabeza monumental una policía, doña María de 35 años, me dijo que ella no sabía de qué era la marcha, que no leía el periódico, ni oía noticias, que hasta que llegó al trabajo se enteró y pues que no opina nada, pero todos deberíamos tener los mismo derechos, que ha recibido cursos para que en las detenciones a las personas les pregunten si quieren ser tratadas como hombre o mujer, y que eso le parece bien porque todos somos seres humanos y tenemos los mismos derechos.

Nunca había hablado con desconocidos como lo hice aquel día. Después de ese ejercicio salí muy decepcionada de este tipo de marchas, las cosas que más llamaron mi atención, fueron la cantidad de jóvenes que se apegaban a un discurso como ése, la homofobia vista en los más pequeños, el hecho de que las personas piensen que el fin de la familia es meramente procrear y que si se llagaran a dar uniones entre personas del mismo sexo los humanos nos extinguiríamos, que piensen que su Dios está en contra de todo esto, que salgan a manifestarse para quitar derechos, pero les de igual la desaparición de 43 estudiantes, vaya incongruencia.

Lo que más tristeza me dio es que en ninguna de las personas oí el discurso de que la base de la familia es el amor, para la gran mayoría la base de la familia es Dios y lo que él manda, o los que ellos creen que manda.

Conoce más de Margarita Vázquez en:

BENDITAS SEAN LAS RARAS EXCEPCIONES


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